«Saber levantarte con una sonrisa, la mejor lección que vas a aprender de cualquier caída» … @yolandapd

Por mucho que te duela, levántate y sigue caminando.

20 de octubre de 2019, un desafortunado mal paso, consiguió que además de hacer un buen esguince en mi tobillo izquierdo, me rompiera la tibia y el peroné de la pierna derecha.

¿Qué se te pasa por tu cabeza en ese momento?

En mi caso optimismo. A pesar del fuerte dolor, no ser capaz de caminar y ver mi pierna del revés, mi cabeza me decía, que una pierna rota duele más. Solo tuve que ver la cara del traumatólogo de urgencias, para saber, que la cosa no pintaba bien. No tuve valor para ver la rafiografía.

Según fueron pasando las horas, me fui sintiendo cómoda en la cama del hospital. Se convirtió en mi nueva zona de confort. Pero esa situación, duró muy poco. El modo pánico, entró de manera triunfal en mi zona de confort, consiguiendo acaparar toda mi atención.

Pánico a mis nuevas circunstancias y a sus consecuencias. Lo de menos es pasar por un quirófano, porque confías en los médicos y sabes, que estás en las mejores manos.

De repente empiezan las dudas, de cómo va a seguir viviendo tu entorno más cercano, si tú estás en el hospital y te consideras una super madre imprescindible.

Te invade el pesimismo y pensamientos negativos. Antes de pedir mi cepillo de dientes, lo más urgente era mi ordenador. Cómo iba a sobrevivir mi negocio un día, sin llevar a cabo mi planificación del lunes.

En ese ambiente de dudas, pánico, pesimismo, negatividad y dolores. Gracias al chute de calmantes que me pusieron, terminé por dormirme, sin solucionar absolutamente nada.

Al día siguiente, me desperté con la resaca de mi mal paso y descubrí que la vida a pesar de estar en el hospital, continuaba 😉

Sin darte cuenta, descubres, que toda tu labor de hormiguita en organización, planificación y disciplina, surte sus efectos. Y que cómo un día normal, todo el mecanismo para que un lunes funcione, se pone en marcha, sin necesitad de tu presencia.

Y cómo arte de magia, empiezas a pensar de manera positiva y ver tu escenario menos gris. Tengo que reconocer, que ese día me regaló un precioso y maravillosos sol 🙂

La primera semana, después de la operación y ya instalada en casa, la pasé como si fuera un eterno duelo, respondiendo mensajes y llamadas de cariño. Mensajes acompañados de frases cargadas de buenas intenciones.

Mi favorita, sin lugar a duda: “…qué mala pata, paciencia…”.

Cansada ya de tanto duelo, aparqué el luto de mi pierna rota y tomé la decisión, de parar un poco y reflexionar, sobre esa frase y dejarme de tonterías y empezar a trabajar la paciencia.

¿Mala suerte?

NOOOO!!!! … simplemente un mal paso, con caída desafortunada, de la que debía levantarme cuanto antes #conunasonrisa

Saber levantarte con una sonrisa, la mejor lección que vas a aprender de cualquier caída. Clic para tuitear

Dar a mi mal paso, la importancia que requería, sin dramatizar ante mis circunstancias.

Levantarme para enfocar toda mi energía, en los cuidados físicos de mi pierna derecha.

La vida, la condición humana, están llenas de altibajos. Pero también nuestros deseos, motivaciones y progresos.

Vivimos agobiados y agotados por las prisas. Pero felices porque nos sentimos cómodos en esa zona de confort.

Vivimos con el objetivo, de responder lo más deprisa que podamos a las exigencias de nuestras circunstancias.

Pero un mal paso, te enseña a que debes aceptar las eventualidades. Aceptarlas con inteligencia. Ser nosotros los que las controlemos y no ellas a nosotros.

Tenemos la obligación, de entregarnos con todas nuestras fuerzas y poner todo el mecanismo en marcha, para que así suceda.

El poder está en uno mismo, en mirar el mundo que hoy nos rodea, con ojos diferentes a los de ayer. Mirarlo con motivación a progresar, mejorar y cambiar lo que no funcione.

Distanciarse un poquito del ayer con habilidad, sentido común y sensatez, para alcanzar la serenidad que hoy necesitas para afrontar las dificultades del presente.

Parar y reflexionar una semana después de ese mal paso, me abrió una puerta. La puerta de la oportunidad de ser yo misma, confiar en mí y en la vida.

La oportunidad, de no tener miedo a los acontecimientos. Y a sentir gratitud y alegría, por todo lo experimentado durante esa semana, gracias a mi mal paso 😉

Tomé la decisión de afrontar mis nuevas circunstancias con serenidad. Abordarlas con generosidad, tolerancia y comprensión. Intentar todos los días levantarme con una sonrisa y nunca dejar de ver el vaso medio lleno.

Estos tres meses, no han sido un camino de rosas. Pero pasito a pasito he vuelto a caminar.

Todavía quedan meses de rehabilitación y cuidados. Tengo el incondicional apoyo de los que me quieren. Estoy en las mejores manos, las de mi fisio y las de mi fuerza de voluntad, disciplina, perseverancia y la mejor medicina, ilusión por recuperar la vida que tenía.

APRENDIZAJES DE MI MAL PASO

Los límites los pones tú, distanciándote de tus pensamientos negativos.

El deseo y la motivación de progresar, es el mayor impulso que puedes darte, para levantarte después de una caída.

Los límites, nos los ponemos nosotros, con los pensamientos negativos y actitudes poco optimistas.

La mayoría de los pensamientos negativos, son producto de nuestros miedos, de nuestro pesimismo y obsesión por controlarlo absolutamente todo. Intentas anticiparte a lo que no es posible ni controlable. Tomé la decisión, de identificar, analizar y distanciarme de esos pensamientos, dándoles la vuelta.

El tiempo que pasa no se recupera, deja de verte cómo víctima y pasa a la acción, marca por pequeños que sean, objetivos y rutinas en tu día a día.

Sea cuales sean tus circunstancias, la realizad es que tu día sigue teniendo 24 horas. El tiempo pasa. Si no eres capaz de aprovecharlo, todo lo que hubieses podido hacer en las 24 horas que te regala tu día, ya no puedes recuperarlo.

Cómo cualquier caída, necesitas de un tiempo para asumir lo que te está pasando, reaccionar y poner el foco de nuevo en tus prioridades.

Cuanto antes te levantes y pases tu duelo, las cosas buenas antes también llegarán.

Cuanto antes dejes de lamentarte por lo que te ha pasado, antes tomarás las riendas de tu vida.

Cuanto antes diseñes una hoja de ruta, antes volverás a caminar.

Establece rutinas que puedas controlar tú mismo. Márcate pequeños objetivos para cada día. Sé disciplinado en cuanto a horarios, comidas y ejercicio.

Delegar sin olvidar que su vida sigue.

Una de mis frases favoritas y que habrás leído en muchas de mis publicaciones.

“Delegar es confiar”

Profesionalmente es muy fácil. Pero en lo personal no tanto. Y más cuando siempre te han visto como una super madre, con poderes para llegar a todo.

Cuando no te queda otra opción, la confianza es tu recurso más preciado. Y tomé la decisión, que superar el mal paso, también debía ser un trabajo en equipo, con implicación de mi entorno más cercano.

Delegué todo aquello que yo temporalmente no podía hacer. Pero lo hice sin olvidar, que su vida seguía, a pesar de mis circunstancias. Sin olvidar, que yo no era su única prioridad. Porque su vida también seguía y debían continuar con su normalidad, con sus obligaciones y responsabilidades.

Confiar en uno mismo.

La felicidad es un camino, no un destino. Un camino que debemos recorrer confiando en nosotros mismos.

La confianza en nosotros, nos da energía, para enfrentarnos a nuestro presente. Confiere una determinación y valor infinitos.

Cuando piensas que no hay tiempo que perder. En mi caso para volver a caminar. Despiertas en tu interior una fuerza que estaba dormida. Empiezas a quererte y dejas de hablar mal, de ti mismo.

Te miras al espejo y los miedos que ayer tanto te asustaban, se van difuminando. Y generan una fuerza, que te impulsa a confiar en ti. Una fuerza que te ayuda a conseguir esos pequeños objetivos, que te marcas para tu día a día.

Podemos cambiar el futuro, tan solo con un cambio de actitud.

Tú tienes el mando de fabricar tu propia escalera. Cada día construyes, sus peldaños a base de cumplir pequeños retos. Peldaños que vas subiendo a base de superación. Y lo que inventas, termina siendo verdad, cuando consigues romper tus propias limitaciones.

El poder está dentro de uno y no fuera.

Mi mal paso, me enseñó a entender que la felicidad es una conquista diaria, un abanico de colores basado en la confianza. Un abanico lleno de grandes posibilidades

Poner en marcha el mecanismo de nuestras fortalezas.

Para adaptarme a mis nuevas circunstancias, puse en marcha el mecanismo de mis fortalezas.

Con perseverancia y disciplina, empecé a construir una pasarela, que me permitiese desplazarme con mi silla de ruedas y luego con mis muletas, por el presente de mi día a día.

Cimientos como el esfuerzo, mis ganas de luchar y la motivación. Fueron los pilares de mi pasarela.

Aceptar lo que me ocurría fue mi primer gran paso a no darme por vencida.

A pesar del miedo, tomé la decisión de ser valiente ante la incertidumbre de mis circunstancias.

Observar mucho a mi alrededor. Pensar y encontrar la manera, de dar el siguiente paso. Con confianza, perseverancia y disciplina. Tres poderes cómo herramientas que nos ayudan a dar el siguiente paso, que necesitamos para avanzar.

Resilencia, a pesar de las dificultades. Ser fuerte para seguir a flote. Seguir creciendo y superar la adversidad.

La felicidad es un camino, no un destino. Un camino que debemos recorrer confiando en nosotros mismos. Clic para tuitear

Hoy gracias a estos aprendizajes, sé que he conseguido superar mi adversidad y estoy saliendo de mi caída fortalecida.

Gracias a mi afán de superación. Y a pesar de las consecuencias de mi mal paso, empezar cada día con una sonrisa.

Luchar contra mis circunstancias, me robaba la energía que necesitaba para caminar. Y tomé la decisión, de vivir en armonía con ellas. Y al igual que el agua, adaptarme a ellas para vencerlas.

“El agua lo vence todo, porque se adapta a todo” -Lao Tse-

CONCLUSION

Cualquier caída es un reto que aprender. La clave está en ver tu contratiempo, cómo una oportunidad para seguir avanzando.

Saber utilizar tus fortalezas y las herramientas adecuadas, para no perderte en tu camino. Cuanta más capacidad tengas para encajar tu caída, con más fuerza te levantarás.

Tropezar y caerse, es parte de las imperfecciones de los seres humanos. La experiencia nos ayuda a caminar, pero no nos garantiza no volvernos a caer.

Lo importante no es cómo te caes … tropecé con un bordillo.

Lo importante es cómo te levantas … me levanté con entusiasmo, haciendo frente a mi adversidad.

Gestionar de manera efectiva mi tiempo, el buen humor y el cariño de los míos, han sido mi gran bastón de apoyo 🙂

Recuerda, por mucho que te duela, levántate y sigue caminando.

Gracias a todos los que me habéis acompañado en esta aventura, que tanto me ha enseñado y enriquecido a nivel personal.

Un fuerte abrazo, siempre #conunasonrisa

Yolanda 🙂