¿Siempre te falta tiempo?

¿Necesitas de más tiempo para cumplir con todos tus objetivos?

¿Tú día a día no da los frutos que deseas?

¿Terminas el día con la sensación de tener más cosas que hacer, que cuando comenzaste por la mañana?

Un día me levanté respondiendo un “SI” a cada una de estas preguntas.

Estaba cansada, sin tiempo para mí y no quería continuar en esta situación de descontrol. Se me acumulaban las tareas y me sentía poco eficaz.

Mis días se habían convertido en una pesada mochila cargada de estrés, ansiedad y de un “sin vivir” profesional y personal. No sabía cómo ser más productiva. Y la productividad se había vuelto negativa por problemas con la gestión de mi tiempo.

productividad

Hoy eso ha cambiado 😉

Y cambió, porque ese día tomé la decisión de trabajar en mi productividad para conseguir mis metas. Pero disfrutando de la diversión y del camino que te conduce a ellas.

He aprendido que el descanso de calidad es igual de importante, que el trabajo de calidad.

Tengo identificada mi curva de productividad diaria. Y sé cuantas horas puedo trabajar de manera ágil y efectiva. Y cuándo y cómo debo parar, para recuperar mis niveles de energía.

He conseguido entender la productividad como una forma de vida. Relacionada con mi manera de pensar, con mis hábitos y la forma en qué he decidido gestionar mi tiempo. Junta a ella, viajan mi equilibrio y estado emocional.

Y todo ello es lo que influye en mi predisposición a realizar una tarea. La disciplina y planificación se encargan del resto.

He aprendido que si afronto una tarea con rabia, estrés y tristeza. No la terminaré o el resultado no será el esperado.

Pero si afronto una tarea con alegría, tranquilidad e ilusión. Llegaré a terminarla y de una manera efectiva.

¿Por qué he decidido contarte todo esto?

Me gusta hablarte de productividad, de gestión y optimización del tiempo. Pero siempre hay una primera vez y un por qué. Y quizás este sea el momento de contarte esta historia de porqué decidí aprender a ser productiva.

Hace unos días tuve una larga conversación con una persona de mi círculo más cercano de confianza y la que considero un amigo. Un emprendedor freelance como yo.

Ese día le note cansado. Sentía que en cualquier momento podía tirar la toalla y abandonar su proyecto.

Y todo por culpa de un sentimiento que habían provocado ciertas emociones negativas, derivadas de la  acumulación de tareas y de no sentirse eficaz, con la gestión de su tiempo y de su negocio.

Le vi encerrado en su trabajo y sin poder escapar, como si unas cadenas le ataran a su productividad.

Con los días echándose encima y una larga lista de cosas por hacer. Y lo peor de todo, con sus expectativas e ilusiones, generando estrés y ansiedad.

¿Te has sentido alguna vez así?

Se me puso un nudo en la garganta. Soy muy charlatana, pero en esa conversación, me quedé muda y sin palabras.

Yo también he vivido momentos de sentirme así.

Perdida en un mundo de ansiedad y estrés, por falta de tiempo. Porque no sabía cómo ser más productiva.

He visto a muchos profesionales como él, abandonar por culpa de sentimientos provocados por emociones negativas. Y otros que no lo han hecho, por no tener otro camino que seguir.

Yo no abandoné, tenía mis razones, unos objetivos que cumplir, para llegar a una meta y alcanzar un sueño. Convencida de que solo podría llegar, si lo hacía disfrutando de mí día a día y del camino que me llevara a esa meta. 😉

Empecé a investigar, a leer en mi tiempo libre, fines de semana y vacaciones sobre todo lo que significara “productividad” y “gestión del tiempo”. Técnicas, herramientas, recursos, guías.

No sabía cómo ser más productiva y aprendí 😉

Poco a poco y con toda esa información, conseguí encontrar mi método y mis propios recursos para ser más productiva.

No tienen nombre ni apellidos. No han sido bautizados. Porque tengo la creencia, que el nombre de un método, no te lleva a ser más productivo.

Y porque la palabra ACTITUD, ya está inventada 😉

Comprendí que ser productivo no es hacer de tu trabajo algo complejo ni ser el más ocupado.

Sino obtener mejores resultados con una gestión eficaz de tu tiempo. Disfrutando de lo que te rodea y con calidad de vida.

Comprendí que era fundamental tener claros mis objetivos y a dónde quería llegar. Saber decir un “SI” o un “NO” sin estar coaccionada por mi entorno.

Mi primer paso fue reflexionar y sobre el papel, hacer un DAFO de mi productividad para aprender a concentrarme en ser productiva y no en estar ocupada.

A base de experimentar, desarrollé mi propia metodología para trabajar mi productividad.

Basada en la sencillez y en planificar mis tareas con flexibilidad.

  • Comencé a aplicar La Ley de Pareto. “El 80% de mis resultados debían proceder del 20% de mis esfuerzos”. Llegar a mis metas cumpliendo mis objetivos, realizando el menor número posible de tareas.
  • Para no malgastar mis horas, eliminé tareas innecesarias.
  • Me puse reglas. Creando un protocolo de actuación en mi propia operativa diaria.
  • Prioricé en cuidar los detalles mínimos, que mi negocio necesita para funcionar. Sobre el cuándo y cómo trabajo.
  • Empecé a valorar el verdadero significado de ser el dueño de tu tiempo. «La capacidad que podía llegar a tener para moverme sin ataduras«. Libertad 😉
  • Fui consciente que para llegar a esa libertad y disfrutar de ella debía romper con ciertos hábitos y creencias. E incorporar otros nuevos a base de conocerme y reencontrarme conmigo misma.
  • Aprendí a conocer y reconocer mis defectos y debilidades. Y a combatirlos con mi mejor herramienta, potenciando mis fortalezas.

Después de este camino recorrido, tuve claro que mi secreto son mis habilidades y el método mi actitud.

No hay fórmulas secretas ni métodos milagrosos. El secreto eres tú y el método tú actitud 😉

Ser productivo es una de las habilidades que más nos cuesta desarrollar.

Nos falta tiempo para conocernos y trabajar en nosotros mismos. Y no sabemos cómo aprender a ser más productivos. Porque no sabemos hacerlo. No existe un manual que te enseñe cómo debe ser tu propia curva de la productividad.

ACTITUD-SENCILLEZ Y UN PLAN DE ACCIÓN. Fueron las luces que me iluminaron el camino de cómo ser más productiva y los que marcaron el ritmo de esos primeros pasos que debía dar.

  • Me propuse un cambio de actitud.
  • Centré mi foco de atención en la sencillez.
  • Y escribí un plan de acción basado en una básica y flexible planificación semanal, que me ayudara a visualizar resultados en poco tiempo y aumentar mis niveles de motivación.

Si te sientes identificado con esta primera parte del post y te comprometes a ponerlo en práctica. Te invito a acompañarme en este pequeño recorrido de cómo aprendí a ser productiva con tres simples pasos.

productividad1

LOS TRES PASOS QUE DI EN MI PRODUCTIVIDAD, PARA APRENDER A SER MÁS PRODUCTIVA.

1.- CAMBIAR DE ACTITUD.

En primer lugar era necesario un cambio de actitud respecto a la gestión de mi tiempo.

Tres puntos clave me ayudaron a cambiar esa actitud.

  • Valorar el tiempo.
  • Observar y analizar mi tiempo.
  • Buscar mi tiempo.

Que tu tiempo sea tuyo y cuentes con él. No te da derecho a no valorarlo. Si tú no lo valoras, no esperes que lo hagan los demás. Define el valor de tu tiempo y lo que estarías dispuesto a pagar por él.

No te dejes llevar por el reloj. Observa cómo pasa tu tiempo y analiza cómo lo puedes mejorar.

Cuando tengas claro cuál es tu tiempo. Sal a buscar lo que necesitas de ese tiempo y lo que te puede aportar.

Y en segundo lugar cambiar mi actitud respecto a las emociones que por circunstancias y factores ajenos, afectaban a mi productividad.

En productividad los sentimientos y las emociones también cuentan 😉

Y el primer pilar para cambiar de actitud es empezar a querer y respetar tú tiempo y a ti mismo. Y el segundo disfrutar del camino.

¿Reconoces alguna de estas actitudes?

  • Justificar ante los demás emociones de rabia y disgusto por falta de tiempo. Y lo peor de todo justificarlas ante ti mismo.
  • Convertir la falta de tiempo en la causa de tus problemas. Crees que “el no tengo tiempo” es el malo de tú película.
  • Culpar a tu entorno de tus imprevistos y distracciones. Cuando eres tú el que te sientes coaccionado por ese entorno.

Estas actitudes son emociones negativas que sacan lo peor de ti. La ira y la autocompasión te producen agotamiento e impiden tú éxito.

¿Qué tal dejar de culpar y tratar al tiempo, como el malo de la película y empezar a dirigirle tú con responsabilidad?

¿Qué tal proteger a tu tiempo de tareas innecesarias, interrupciones e imprevistos?

Con una mochila cargada de emociones negativas es complicado y muy difícil sobrevivir a tu proyecto emprendedor 😉

Según Daniel Goleman.

«El éxito profesional depende en un 80% de las decisiones dictadas por las emociones. Mientras que la inteligencia solo determina un 20%».

Empieza a trabajar para potenciar ese conjunto de habilidades que según Goleman, componen la “Inteligencia Emocional”: el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo.

Las emociones son impulsos generados por factores externos. Unas veces agradables y otras desagradables 😉

Junto a esos factores externos van a convivir tus circunstancias. Esos hechos que te colocan en un lugar, situación y momento de tu vida.

Y tus experiencias. Los conocimientos que vas adquiriendo a base de vivir tus circunstancias, reaccionar ante ellas y tomar decisiones para manejarlas.

Por lo general cuando no tienes algo, estás deseando tenerlo y cuando lo tienes no lo valoras. Acepta tus circunstancias y haz de ellas una oportunidad.

La felicidad te ayuda a ser más productivo y va precedida de la actitud de aceptarse a uno mismo Clic para tuitear

Si eres capaz y tomas la actitud de controlar tus emociones y sentimientos. Y discriminar entre lo positivo y negativo. Conseguirás el equilibrio emocional que te capacitará a dar respuesta a tus necesidades y objetivos. Y saber manejar y adecuar el estado emocional que requiere la tarea que has planificado realizar.

2.- FOCALIZAR MI ATENCIÓN EN LA SENCILLEZ.

Después de probar diferentes herramientas de las que no dudo en absoluto, que ayudan a gestionar el tiempo y mejorar la productividad. Mi DAFO me invitó a focalizar mi productividad en la sencillez.

Necesitaba eliminar tareas innecesarias, y todo lo complejo.

Hablo de sencillez y de simplicidad. Dos términos aparentemente sinónimos. Pero que existe una delgada línea que los separa.

Una tarea simple requiere de poco esfuerzo. Es algo pobre.

Una tarea sencilla requiere del esfuerzo adecuado, pero sin adornos. De lo contrario lo convertiríamos en complejo.

Convertir algo complejo en simple requiere de tiempo además de tomar decisiones de eliminar lo que te sobra pero que queda bonito, porque pareces ocupado.

Si desde el primer momento trabajas tu productividad desde la sencillez. No gastarás tiempo en convertir, las tareas rutinarias que por el exceso de herramientas hiciste complejas, en tareas simples.

Aprendí a ser más productiva basándome en la sencillez Clic para tuitear

¿Cómo aplicar la sencillez en tu productividad?

Me resulta difícil darte una respuesta y un consejo sin conocer tus rutinas diarias y ver el DAFO de tu productividad.

Quiero compartir contigo esta entrevista que me hizo Concepción Sanjerónimo, en la que hablé de algunos de “Mis secretos sobre productividad y organización”.

¿Qué hice yo para aplicar la sencillez a mi productividad?

Lo que hice fue analizar mí día a día. Ver que tareas podía dejar de hacer sin más y encontrar la forma más sencilla de realizar las tareas más rutinarias simplificando mis procesos.

Reflexioné en como simplificar mis procesos y adopté la filosofía del Kaizen: “Hacer que cada día sea mejor que el anterior”. Eso se consigue observando que partes de tu proceso productivo se pueden mejorar y hacer los ajustes necesarios para mejorarlo.

Kaizen, es un término Japonés que significa “mejora continua”.

Simplificados los procesos tocaba gestionar mi tiempo de manera sencilla. Mi mejor aliada fue la técnica Pomodoro. En esta Mini-Guía ya te hablé de ella. Focalizar tu atención en una tarea única evitando distracciones e interrupciones. Con bloques de trabajo y descanso muy marcados.

Y a partir de ahí, tocó diseñar mi curva de la productividad y en base a ella desarrollar un plan de acción, con una planificación básica y flexible semanal.

De mi tercer paso y de la curva de la productividad  te hablaré en otra ocasión. Hoy quiero que te quedes con este mensaje.

Tu actitud y la sencillez te conducirán por el camino a aprender cómo ser más productivo 😉

Y recuerda, que el camino no se termina cuando aprendes y encuentras el método a ser más productivo. Sino que empieza cuando decides adoptar la actitud de crear el hábito de mantener viva tu productividad.

Si has llegado hasta el final, es porque en algún momento te has sentido identificado con la lectura de este post.

Cuéntame si te ha gustado o que te ha faltado. Somos un equipo, hablando de productividad y seguro que tus comentarios nos van a ayudar.

Te espero, ya sabes que estás invitado a pasarte y aportar tu granito de arena.

Y como siempre te digo, nos vemos por las redes. #optimizaTuTiempo y #mejoraTuProductividad

Siempre #conunasonrisa

Yolanda 🙂